jueves, 27 de agosto de 2009

RECORRIDOS POR EL PARQUE NATURAL SIERRA DE ANDÚJAR IV – ANDÚJAR-EMBALSE DEL JÁNDULA



El viaje a que os invito en esta ocasión ha sido el más corto y, quizás, el más intenso por la acumulación de acontecimientos vividos en sólo una mañana. Y es que desde Andújar hasta el embalse del Jándula, entre la ida y la vuelta, no se superan los ochenta kilómetros. Con esto quiero deciros que estáis perdiendo una gran ocasión para conocer una zona del parque natural repleta de sensaciones y paisajes de los que obtener enseñanzas. Sin ir más lejos, he tenido la oportunidad de recorrer algunas de las calles que aún quedan en pie y habitadas, y también parte de las ruinas del antiguo poblado de La Lancha, una construcción que se hizo allá por el siglo pasado, concretamente en 1927, y que dejó de ser un lugar idóneo para vivir justo cuando finalizaron las obras de la construcción del embalse al que os invito a visitar.

Como siempre, el camino lo inicio en Andújar y paso por la puerta del centro de visitantes (ya sabéis, por si necesitáis alguna información). Un buen desayuno compartido con buena gente en el complejo turístico Los Pinos y derecho al destino. Sobre este complejo, al que me gusta denominar como centro gastronómico por razones obvias, sobre todo una vez conocida su cocina y sus especialidades en carnes de caza, deciros que hace muy poco fue premiado por parte de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta deAndalucía por su decidida actuación a favor de un medio ambiente más sostenible, y que hace unos meses acogió la presentación del libro “El Parque Natural Sierra de Andújar en el ojo del lince”, con fotos de Ferrán Aguilar y textos de Txiqui López (Viena Ediciones), todo una contecimiento cultural que tenía como principal objetivo agradecer el apoyo de la gerencia de este establecimiento al trabajo de los autores del citado libro, y muy especialmente a la figura de don Ramón Barrios, desgraciadamente fallecido. Este acto ha servido para comprobar que el complejo turístico está perfectamente preparado para acoger este tipo de eventos, y no sólo por la gran capacidad organizativa que mostraron sus propietarios, sino por el inmaculado trabajo que hace para proyectar nuestra cocina y los productos de nuestra sierra.

Pero volvemos al camino y os recuerdo, una vez más, la dirección que debéis seguir es la misma que os ha llevado hasta El Centenillo, es decir, justo a la salida del restaurante a la derecha. Veréis que entre las señales que os encontráis figura la del embalse del Jándula y Central Eléctrica, lo que os confirma que habéis elegido bien. Si habéis hecho ya el recorrido de la ruta del toro, esto quiere decir que conocéis el camino, que durante unos kilómetros es estrecho pero con buen firme y que luego pierde casi toda su calidad y debéis compartir el poco que queda con infinidad de socavones y guijarros. Con todo, es transitable y sólo os exigirá un poco de cuidado para evitar males mayores en el vehículo.

Cuando alcancéis Los Escoriales, de nuevo la disyuntiva de los tres caminos para elegir. En esta ocasión, el de la izquierda es el que nos conducirá hasta el embalse, aunque la señalización no lo anuncie. Sí leeréis Cabeza Parda, que es una gran finca del parque, una de las que mayor número de monterías organiza anualmente, y otro anunciando Central Eléctrica. No obstante, a la izquierda, justo a la entrada del camino, veréis que existe una leyenda oficial puesta allí por la Dirección del parque que os da todo tipo de detalles sobre el recorrido que estáis a punto de iniciar. Es más que suficiente y sólo debéis disponeros a disfrutar de todo lo que veáis, que es mucho. Durante unos dos kilómetros, la presencia de toros bravos es notoria y, con un poco de suerte, tendréis la oportunidad de ver comer a estos hermosos animales en los comederos de granito de la sierra que la propiedad ha previsto para ello. Por el número de ellos y por la situación que los encontráis en el camino, a ambos lados, no preocuparos porque no pasaréis de largo. El firme, como en el resto de los caminos que hemos recorrido, es de zahorra, en este caso también bien compactada y que permite circular con seguridad y comodidad. La carretera es la misma que se hizo en su día para la construcción del embalse, es decir, de trazado sinuoso a veces y de perspectivas paisajísticas únicas siempre, aunque con cortados y laderas que exigen atención especial al conductor, y de ello dan fe los restos que os iréis encontrando a lo largo de todo el recorrido. Conforme os vayáis acercando al destino, un característico árbol os irá marcando el camino y en número más que suficiente. Se trata de una nutrida representación del eucalipto, que se mantienen erguidos desafiando las inclemencias del tiempo. También seréis acompañados por los animales propios de la zona, especialmente de ciervos y jabalíes, aunque en esta ocasión no nos han faltado perdices, de las que pudimos disfrutar dos camadas que nos alegraron el viaje y del vuelo lento, majestuoso y en círculo, del buitre leonado.

Como nos diría un serrano, “el camino no tiene perdeera”. Y es que sólo hay que seguir la carretera (por cierto, repleta a ambos márgenes de las rocas más características del parque, unos inmensos bolos de granito de todos conocido y también del que no lo es tanto, es decir, del granito rosa) porque en este caso no existen entradas o salidas alternativas que pudieran inducirnos a error. Así, con tiempo para observar y cuando más deseosos estéis de buscar un lugar para sacarlas primeras fotos del día, os daréis de bruces con el mirador que os vienen anunciando desde un kilómetro antes. Se trata de un balcón que nos proporciona impresionantes vistas sobre el embalse, aunque no podréis leer la leyenda en el panel informativo allí colocado al efecto, porque una vez más los de siempre han hecho todo lo posible para borrarlo. Y lo han conseguido. Lo que no podrán borrar de vuestra memoria es la paz que os proporcionará este mirador, las infinitas posibilidades que tendréis para crecer medioambientalmente ante tal profusión de naturaleza y de haber vivido unos instantes extraordinarios.

Desde este punto al embalse, poco os queda. Comenzáis el descenso hacia éste y, en medio, a poco más de un kilómetro, veréis unas ruinas sobre las que nos detendremos en otros párrafos de este comentario, porque os adelanto que merecerá la pena. Así, ya hemos llegado. Disponéis de espacio más que suficiente para aparcar, porque al lugar acuden desgraciadamente pocos visitantes. Esto quiere decir que no existen establecimientos de ningún tipo y que este es el momento en que os debo recordar que es fundamental que os hagáis acompañar de líquido en cualquiera de sus formas para evitar malos tragos. Asomaros por todos los lugares que os apetezcan, buscar los idóneos para la foto y no dejéis de recorrer la totalidad del ancho del embalse. La construcción se hizo, y esto le añade un plus de majestuosidad al conjunto, sobre granito, aprovechando el diseño del propio terreno. Comenzó en 1927 y finalizó en 1931, es decir, sólo cuatro años invertidos en una obra que está a punto de cumplir los 79 años. En realidad, no sabemos si fue mucho o poco tiempo, pero comparando las obras públicas que se ejecutan actualmente, de mucha menos envergadura y menos complejidad, que se eternizan en el tiempo, la verdad es que nos parece un récord. Con intención de aportar algunos datos sobre lo que se abre ante vuestros ojos, aunque sin intención de exhaustividad, deciros que la capacidad que tiene este embalse es de más de 340 millones de metros cúbicos. La factura final le supuso al Estado la inversión de más de veinticinco millones de pesetas. En cuanto al espacio que ocupa la zona inundable, ésta supera las mil trescientas hectáreas.

Justo al llegar a la otra parte, veréis que un túnel os ofrece la posibilidad de cruzarlo para ver lo que existe detrás de él. Os adelanto que peligro como tal no existe, pero sí que debéis cruzarlo con algo que os ilumine, porque la visibilidad no es completa en algunos puntos. Comprobaréis que es un lugar escogido por quienes gustan de la pesca, no sólo por la tranquilidad que allí se respira, sino porque el acceso al pantano se puede hacer a pie, Por cierto, desde varios puntos del embalse podéis disfrutar de unas vistas sobre el santuario que estoy seguro que disfrutaréis y que os mostrarán una perspectiva majestuosa sobre este lugar santo al que tanta devoción profesamos. En la zona de la estación eléctrica como tal, a la izquierda del edificio de la presa, un camino se abre a vosotros que os servirá para comprobar la belleza natural del conjunto, pero muy especialmente del cauce del Jándula, que se pierde a la vista entre infinitos meandros y exuberante vegetación, paisaje al que no ha faltado la presencia de patos salvajes disfrutando de un río hecho a su medida. El mayor exponente del conjunto es el Sendero del mirador del Rey, del que encontraréis suficientes detalles en el panel situado junto al muro del embalse, en donde figura el dibujo del recorrido que podréis hacer a pie.

Tan faraónica obra demandó nada menos que mil trabajadores para su realización, que para esa época suponemos que debió ser un regalo caído del cielo para muchos de ellos. Éstos demandaron lugar para vivir con dignidad y posibilidades de prosperar, y precisamente con esa intención antes se construyó un poblado con todo tipo de edificios, tanto para las personas que allí vivirían como para el almacenaje del material necesario para la realización de la obra.

El poblado de La Lancha, que así es como se llamó y se llama, al albergar a los familiares de los trabajadores, llegó a sumar nada menos que tres mil personas, lo que le exigió enseguida servicios de todo tipo, desde los parroquiales (la iglesia se mantiene en pie y con aspecto muy sano) hasta los lúdicos, como es el teatro. No faltó tampoco el apoyo del economato, imprescindible para la adquisición de alimentos a un precio reducido. Por otra parte, teniendo en cuenta que el entorno del trabajo, además de frenético, revestía bastante peligro, la construcción de un hospital se hizo imprescindible y no tardó en contar con él para la recuperación de los trabajadores y sus familiares. Naturalmente, la Guardia Civil tenía un puesto junto al poblado, responsabilizándose de las posibles alteraciones del orden público que se produjeran, aunque no constan escándalos importantes. Y no añado más datos sobre este poblado porque creo que es merecedor de un detallado trabajo que prometo publicar en el blob en cuanto lo acabe, aunque, no obstante, debo deciros que fue estremecedor recorrer sus ruinas entre el silencio del entorno y el crujir del manto de hojas de eucalipto bajo nuestros pies. Es evidente que La Lancha fue un núcleo muy importante para los tiempos en los que fue construido y que sus moradores, que demandaban todo tipo de alimentos y equipamientos de todo tipo, ayudaron en tiempos de penuria a la población de Andújar. Primero, proporcionando trabajo a muchos de ellos, y, posteriormente, y durante los casi cinco años que duró la obra, adquiriendo en sus establecimientos la mayoría de sus necesidades. Actualmente, como hemos dicho en párrafos anteriores, sólo unas cuantas viviendas presentan signos de vida, aunque no pudimos ver a nadie deambulando por sus calles. El entorno, sin embargo, promete turísticamente, ya que el contenido y el paisaje que proporciona al visitante creemos que permitiría un conjunto de turismo rural de gran futuro.

En viaje, en fin, ha resultado de lo más interesante, ya que, además del descubrimiento del poblado y de comprobar la gran capacidad que desarrollaron los directores de la por entonces faraónica obra del embalse para finalizarla con éxito y en sólo cuatro años (1927-1931), hemos visto de cerca un entorno maravilloso que ha saciado con suficiencia la necesidad de campo, de naturaleza, con la que hemos afrontado este verano del 2009 y del que hemos disfrutado en silencio y respeto a nuestro entorno, Gracias a todos los que lo habéis hecho posible.

martes, 18 de agosto de 2009

RECORRIENDO EL PARQUE NATURAL SIERRA DE ANDÚJAR. III – ANDÚJAR-FUENCALIENTE










La tercera entrega de mis paseos por la sierra ha resultado ser la más extensa en kilómetros y tiempo invertido. Y es que lo inicié en Andújar y acabé en Fuencaliente, provincia de Ciudad Real. Por cierto, una villa que os aconsejo que recorráis cuando tengáis algo de tiempo y no sepáis dónde invertirlo, porque no os defraudará. Cuenta con un equipamiento turístico completo y su orografía (que es parte de su sello de indentidad), repleta de calles estrechas, rincones idílicos y pendientes de vértigo, os permitirá conocer una ciudad manchega de perspectivas inusitadas. Cuando os decidáis, al lado del Ayuntamiento, en una empinada calle, como no podía ser de otra forma, está situadala oficina de turismo, donde os proporcionarán detalles sobre su historia que os abrirán infinidad de frentes a los que acudir en busca de buena parte de nuestra existencia. Y por comer, importante apartado por cierto, no preocuparos, porque os avituallarán de alimentos exquisitos en los diferentes establecimientos dedicados a la restauración y a la venta de las chacinas que fabrican con las materias primas que obtienen de la zona.

En su término municipal, nada menos que doce estaciones de pinturas rupestres esquemáticas os esperan para visitarlas: Peña Escrita, La Batanera, la Cueva de las Sierpes, El Escorialejo, Morrón del Pino, La Serrezuela, El Piruetanal, La Solana del Navajo, El Criadero de los Lobos, El Melitón, Los Gavilanes y La Golondrina. Los seis primeros han sido protegidos y pueden ser visitados libremente, pero el resto son de difícil acceso porque están situados en fincas particulares. Los más asequibles, Peña Escrita y La Batanera, ya que podéis recorrer el camino en coche. El resto tiene más dificultad, ya que se llega a ellos a través de pendientes muy pronunciadas. De hecho, es imprescindible que contéis con la ayuda de un guía, que lo encontraréis en la misma ciudad. Ahí van los nombres de dos de ellos:Luis Gahete (669 847 759) y José Ramón Muñoz (649 469 958). El yacimiento romano de Valderrepisa, a unos kilómetros de la ciudad, también exige el guía para su recorrido, y la comprensión general de lo que allí veremos. Deciros que tiene una extensión excavada de poco más de mil metros cuadrados y corresponden a pobladores romanos de la época republicana, es decir, del siglo II antes de Cristo. Se trata de un poblado dedicado a la fundición, ya que hasta allí llegaban los minerales extraídos de las minas de la zona para su fundición y transformación en lingotes listos para su transporte hacia los centros de destino. En definitiva, que Fuencaliente os ofrece infinidad de posibilidades culturales que, si podéis, debéis conocer. Por cierto, abierto al público todo el año, cuenta con un hotel-balneario termal que anuncia remedios para todos los males físicos. Y un dato: de las dos fuentes públicas de agua que bebimos, ésta salía caliente. ¿Quizá de ahí el nombre del pueblo?

Pero a lo que vamos, que es a iniciar un paseo por Sierra Morena que estoy seguro que os va a encantar. Una vez más, os recuerdo que pasáis por la puerta del centro de visitantes, en donde obtendréis información si os hace falta, y que la carretera que debéis elegir os pone casi a las puertas del santuario de la Virgen de la Cabeza, ya que, justo en el cruce que os lleva a este santo lugar, vosotros debéis optar por continuar hasta Puertollano, aunque no deberíais desaprovechar la oportunidad, estando tan próximos, de visitar a la patrona. Enseguida comprobaréis que esta carretera ha sido recientemente renovada y lo ha sido hasta el kilómetro 12. A partir de ese punto, aunque de menor calidad el firme, permite circular con seguridad y comodidad. De nuevo recordaros que andáis por tierra de linces y, en general, por zona muy sensible a las alteraciones provocadas por agentes extraños, que, aunque delimitada con señalización expresa y adecuada tanto vertical como horizontal, debéis respetar la limitación de cuarenta kilómetros por hora, que además os permitirá observar el paisaje y contrastar que no estáis solos. A unos siete kilómetros desde el cruce del santuario, el mirador de Mingorramos os invitará a deteneros. Desde aquí, con un poco de suerte y con paciencia, seguro que tendréis oportunidad de ver de cerca al mayor número de ciervos de todo el recorrido. Además, podréis observar el santuario desde una perspectiva desconocida y majestuosa. Regalaros tiempo y disfrutad estos momentos. Como sabéis, en la sierra, todo anda despacio y es preciso tener los ojos bien abiertos. Y más en este paseo, ya que nunca había visto tal cantidad de fauna en libertad: ciervos, gamos, jabalíes, buitres leonados… pero no el lince. ¡Qué le vamos a hacer!

A menos de ocho kilómetros desde este mirador, otro: el de El Tamujar. Como el anterior, las perspectivas son magníficas y la posibilidad de observar animales sueltos es muy alta. Y atención porque a partir de ese punto, a unos cuatro kilómetros, encontraréis una “Y” griega en la carretera, es decir, dos caminos; si seguís de frente iréis dirección Puertollano; el que os sale a la izquierda, conocido como El Sendero del Junquillo, es por el que debéis optar. Dejaréis por tanto el asfalto y circularéis por un camino de zahorra recientemente compactada y con ausencia casi absoluta de señalización. Y es aquí, en este punto, donde comienza realmente la aventura. Durante todo el trayecto debéis poner especial atención cuando os encontréis con los caminos que os salen por la derecha e izquierda. Concretamente, uno de ellos os saldrá por la derecha y os invitará a Las Tapias, pero se trata de una finca privada que no os permitirá seguir porque tiene cerrado el camino. Vosotros debéis obviarlo y optar por la indicación que anuncia hacia Valdelagrana, la finca privada de Sierra Morena, según nuestros datos, que cuenta con más extensión. La confirmación de que habéis elegido la buena dirección la hallaréis a la izquierda, justo la entrada de este camino, ya que pasaréis por las puertas de una finca que tiene por nombre Las Nieves. Si lo hacéis como os digo, no preocuparos porque vais bien, aunque no os despistéis.

Y es que, a partir de este punto, si cabe, y hay que poner especial atención a todo lo que aparecerá ante vuestros ojos, incluido el cielo, porque la presencia de buitres es muy habitual. Os recomendamos estar atentos porque pronto os encontraréis con una cancela a medioabrir (a la derecha, sobre una puerta de obra, aparece un cartel que anuncia que se trata de la finca de Valdelagrana la Nueva) y que podréis pasarla sin problemas, aunque aparentemente creamos que nos metemos en un paso prohibido. Un dato que os puede servir para confirmar la dirección, en este punto y en todo el trayecto, porque es la única referencia que encontraréis en puntos decisivos, es que, cuando os salgan caminos a derecha e izquierda, debéis optar siempre por el que ha sido renovado, que es algo que se nota enseguida. Siguiendo el camino pronto os introduciréis en terreno de lobos, que no significa nada más que eso y no un potencial peligro, y al mismo tiempo alcanzar cotas sobre el nivel del mar que os abrirán ante vuestros ojos unos paisajes de la sierra sencillamente impresionantes. Este recorrido, sin duda el menos conocido de la sierra, os llevará hasta lugares recónditos de ella, a construcciones insospechadas en lugares estratégicos elegidos por el hombre, consciente de la importancia que tiene la visibilidad cuando la necesidad de observación es fundamental para su subsistencia.

Bien, os repito que el recorrido es magnífico, que descubriréis infinidad de matices en los paisajes y estad seguros de que el conjunto no os defraudará. Tomad nota de que los ascensos y descensos son pocos, especialmente en nuestro término municipal, pero sí en lazona de Ciudad Real, coincidiendo además con la peor parte del camino porque no ha sido reparado. Sin embargo, los descensos debéis recorrerlos con cautela, especialmente si lo hacéis después de haber llovido, porque incluso en seco, como me ha ocurrido a mí, anuncia problemas de horizontalidad. Andando el camino, antes de llegar al río Valmayor, os encontraréis con una puerta o cancela cerrada, que podéis traspasar con la única condición de abrirla y cerrarla, evitando de esta forma que el ganado que anda suelto por la finca salga de sus límites. Enseguida, luego de un pronunciado descenso, un nuevo mirador os ofrece la posibilidad de observar primero y descansar después en un lugar que estoy seguro que os cautivará. Se trata del situado sobre unos meandros del río Valmayor (es el nombre del mirador) que, con agua, debe ser una delicia, porque ya lo es en seco. Yo me apunto a recorrerlo de nuevo en primavera o el otoño, porque a su alrededor existen infinidad de arroyos que deben hacerlo único. En esa zona, la flora es exuberante y la variedad casi infinita.

A partir de este punto comienza la subida, contenida a veces y decidida otras, hacia nuestro destino: Fuencaliente. Como ya os he dicho, a partir del final del parque natural Sierra de Andújar, y con unos cuatro kilómetros y medio por delante, la calidad del camino que hemos recorrido deja paso a otro claramente diferenciado, con presencia continua de socavones, piedras sueltas y empinadas subidas. No obstante, no es peligroso ni reviste atención especial; si acaso,que es más exigente con el vehículo y el conductor, y que perdemos las vistas que hemos disfrutado hasta ese momento.

Una vez el camino de zahorra termina, enseguida veréis enfrente de vosotros la carretera nacional 420, que une Córdoba y Ciudad Real. Cuando os incorporéis a ella, a la izquierda, la primera entrada a Fuencaliente. Una vez en el centro de la villa, encontrar aparcamiento no os será difícil, pero sí necesario, porque callejearla en vehículo es complicado. Por cierto, justo cuando comenzáis la subida a la ciudad, a la derecha, tenéis a vuestra disposición un mirador desde el que observar lo que no habéis podido ver desde el camino que os habéis dejado atrás. Os aseguro que valdrá la pena.

Pasada la visita, y teniendo en cuenta que a la vuelta debéis dedicarle al menos, incluidas las paradas, dos horas, nosotros nos decidimos por dirigirnos hacia Azuel, Cardeña y Montoro. Si es tiempo de almorzar, lo tenéis fácil en cualquiera de ellas. Enseguida la A-4 y en casa. Por cierto, en todos los recorridos haceros acompañar de prismáticos y de la cámara de fotos y/o vídeo, porque a la vuelta os perderéis la oportunidad de disfrutar de lo que habéis visto.


ALGUNOS DATOS Y DIRECCIONES DE INTERÉS

Oficina de turismo de Fuencaliente: Pedriza, 8. Teléfono 926/47 02 88.

Ayuntamiento: 926/47 00 01



Como siempre os digo, si lo creéis conveniente, enviarme vuestras experiencias o sugerencias, por favor, a paga34@gmail.com !


Teléfonos de interés:

Emergencias: 112

Seprona: 953/250 340

Policía autonómica: 953/ 006 800

Centro operativo provincial de incendios: 953/313 075

Teléfono del Cercado del Ciprés: 953/539 620

Teléfono del Centro de Visitantes: 953/549 030

miércoles, 12 de agosto de 2009

RECORRIENDO EL PARQUE NATURAL “SIERRA DE ANDÚJAR”


El recorrido publicado en este blog y que me llevó desde Andújar hasta La Centenera, en pleno parque natural Sierra de Andújar, ha resultado, en términos contables, de vuestro interés, de lo que dan fe las visitas, en número suficiente y desde luego alentador, detalle que agradezco como merece. Por lo tanto, ahora más comprometido si cabe con el reto que me propuse cuando inicié estos recorridos y convencido de que a muchos de vosotros os parece original, os propongo descubrir un nuevo lugar que, aunque no forma parte del parque natural como tal, su proximidad y su valor histórico lo muestran como visita obligada. Se trata de El Centenillo, una población minera que perdió su papel protagonista coincidiendo con la falta de la demanda de los minerales que en estos terrenos eran extraídos por los cientos de trabajadores empleados en sus explotaciones.

El Centenillo fue, junto con Guarromán, La Carolina, Santa Elena y Carboneros, en Jaén, una de las nuevas poblaciones de Pablo de Olavide, que recibió el encargo de Carlos III de poblar Sierra Morena de conformidad con el Fuero de las Nuevas Poblaciones de 1767, en un magno proyecto de más de cuarenta años para el que contó con amplios poderes y el apoyo de importantes e influyentes personajes de la época y la financiación económica proveniente de las propiedades confiscadas a los jesuitas en la conocida como la desamortización de Mendizábal, y que tenían como objetivo poblar esta zona de la provincia que se sabía rica en minerales y escasa de población. Llegaron procedentes de Europa (preferentemente de Alemania), y de España, destacando los catalanes y los vascos. De hecho, en cualquiera de estas poblaciones encontramos todavía apellidos y platos típicos de estos pueblos, especialmente en la repostería, y los “alemanes” que degustamos en Guarromán. O las exquisiteces que nos ofrecen en Los Alpes, una confitería-cafetería que encontramos en La Carolina y que supera con creces las expectativas de este tipo de establecimientos. Sencillamente, una delicia.

En cuanto al recorrido que nos lleva hasta esta histórica ciudad, en la que encontramos un monumento al minero erigido por cuestación popular, confirmando de forma tan contundente y pública la pasión y el orgullo de sus moradores por sus raíces e historia, lo iniciamos, como todos, en Andújar. Antes de la obligada parada en el complejo turístico Los Pinos, en donde repondremos fuerzas para afrontar el camino con ventaja y nos hacemos de agua con la que hidratarnos (está situado en el kilómetro 14), encontramos el centro de visitantes, en donde nos podemos poner al día de éste o de cualquier otro camino por el que discurrir en busca de lo mejor de este maravilloso parque natural. Por cierto, que no os he dicho que lo mejor para efectuar estos viajes es usar de un todoterreno, aunque no imprescindible. Estar atentos, porque justo a la salida del restaurante Los Pinos, a la derecha, a sólo unos metros, unas señales nos avisan de que esa es la dirección que debemos tomar y que nos conducirá hasta nuestro objetivo. Y tomad buena nota porque este camino es el mismo que usaremos en otros viajes, ya que nos permite el acceso no sólo a El Centenillo, sino al embalse del Jándula o La Lancha, y Baños de la Encina. Un dato a tener en cuenta en éste y en cualquier otra visita: durante todos los viajes que hagáis por el parque veréis que la ausencia de señalización es la tónica en todos ellos, y esto es algo que a veces influye y mucho, por lo que es muy importante que las direcciones que toméis las hayáis comprobado antes. Debo deciros también que la presencia de animales sueltos en la calzada (recordarq ue estáis en zona de linces ibéricos), cruzándola o en sus laterales, es constante, lo que os obligará a vigilar especialmentela velocidad, y, eso sí, os permitirá hacer extraordinarias fotografías de toros, ciervos, caballos sobre todo. Por otra parte, todo el camino lo haremos desde alturas muy considerables, lo que nos abre un paisaje a veces apabullante a la vista que no debéis desaprovechar. ¡Echaros unos buenos prismáticos!

Por otra parte, debéis saber que la carretera, efectivamente, ha sido reparada recientemente, pero no en su totalidad. Esto quiere decir que disfrutaréis de un firme inmaculado durante los primeros kilómetros y luego, hasta Los Escoriales, en peores condiciones. Justo en ese punto, veréis que, a la izquierda, aparece a sólo unos metros, una señal que os invita al embalse del Jándula. Pues bien, a la derecha de esta señalización, dos caminos se abren ante vosotros; el primero, es decir, en el centro o junto al del Jándula, conocido como la ruta del toro bravo, es el que nos llevará hasta la ciudad minera; el segundo, a Baños de la Encina. Si os decidís por esta última, una población que también visitaremos y que os prometo que os encantará, debéis saber que el firme sencillamente no existe. Son infinidad los socavones y miles las piedras sueltas que influirán en vuestro viaje. En este caso, aunque en realidad todos los recorridos suponen una aventura, se complica debido a este contratiempo.

Bien. Ya en el inicio del que nos introducirá en un paisaje impactante, y que os proporcionará infinidad de oportunidades para ver muy de cerca toros de lidia, caballos y ciervos, os vuelvo a recordar y rogar que debéis mantener una velocidad reducida. Al fin y al cabo, nos introducimos en la naturaleza y en ella somos unos meros invitados. Dedicaros tiempo a la observación porque valdrá la pena. De hecho, debéis estar prestos a deteneros en busca de la fotografía de la que presumir cuando la mostréis a los amigos. En los miradores de Los Alarcones y en Selladores-Contadero tendréis la oportunidad de conseguir instantáneas de maravillosos paisajes, lo mismo que en el mirador de Los Pastores. A mitad de camino desaparece la zahorra y el asfalto nos invita a disfrutar del recorrido casi al mismo tiempo que comenzamos a descender en busca de la zona recreativa de La Aliseda,un recinto junto a un riachuelo, ahora seco, equipado con mobiliario de obra que facilita el descanso de quienes allí se detienen.

Cuando alcancéis este punto, estaréis a menos de cinco kilómetros de nuestro punto de destino. El Centenillo os espera con los brazos abiertos, y estar seguros de que os dará cobijo y muy bien de comer. A esta población ex minera no le falta de casi nada. Sus paisajes son únicos y cómodos de disfrutarlos. Por ejemplo, los restos mineros a los que tendréis acceso sin más limitación que la de respetar lo que no es vuestro, os proporcionarán miles de datos que os facilitarán la particular historia de una población que se entregó sin condiciones a extraer de la tierra sus tesoros escondidos. Para ello tenéis un acceso directo por un camino de tierra que encontraréis justo en el momento en el que, con la ciudad frente a vosotros, elijáis la entrada que os queda a la derecha, obviando la señal que indica “La Carolina”. A sólo unos metros de la entrada de tierra que os indico, un giro en ángulo obtuso hacia la derecha os deja a las puertas del conjunto de edificios que hace unos años albergaba una gran actividad minera y que permitió vivir a las cientos de personas que por entonces daban vida y riqueza a esta villa jiennense.

La vuelta de este conjunto para dirigiros a la ciudad procurad hacerlo a la hora del aperitivo, porque disfrutaréis con la variedad de tapas que os ofrecerán en los bares del centro. En todos, la familiaridad preside el trato con los clientes y a todos os recibirán de buena gana. Si preguntáis a alguno de ellos por detalles concretos de la villa, como el número de vecinos que residen todo el año, os dirán que son seis o siete (según los datos oficiales, superan los cientosesenta) en invierno; en verano, casi mil. La razón es que El Centenillo se ha convertido en una ciudad ideal para disponer de una segunda vivienda para quienes andaban buscando un lugar tranquilo, con aire limpio que respirar, próximo a una ciudad con servicios (a menos de veinte kilómetros, La Carolina, y de ésta a la A-4, unos metros) y con buena gente. Unos se decantaron por recuperar las viejas construcciones, casi siempre familiares de los antiguos pobladores; otros, sencillamente, porque el conjunto y su emplazamiento les cautivó. Esta tendencia ha servido para aumentar significativamente el número de habitantes y proporcionar un nuevo paisaje a una ciudad que desde hacía años mostraba una clara e imparable tendencia a su desaparición. La razón fundamental de este cambio en esta tendencia se resume, nos cuentan, en la necesidad por volver que han mostrado los familiares directos o indirectos de los que en su día emigraron en busca del trabajo perdido en la ciudad que los vio nacer. A ella han regresado para recuperar las viviendas que dejaron, para compartir sus experiencias, para dar vida a lo que se caía a pedazos y para encontrar la paz que nos regala El Centenillo a manos llenas. Por supuesto, también porque el lugar, su clima y su paisaje lo han hecho imprescindible para los nuevos pobladores. Éstos son los veraneantes, que allí han adquirido hogar y allí disfrutan de su tiempo libre, especialmente en época estival. Lo mejor es que preparéis al viaje con tiempo, por si os queréis quedar unos días. Para ello, El Centenillo tiene su propia página web, que os proporcionará más información de la que yo os he dado. Si se trata de una visita como la que hice yo, elegir cualquiera de los restaurantes que encontraréis en el centro. Seguro que no os defraudarán. Eso sí, nada de platos elaborados. En El Centenillo se lleva lo sencillo, lo intenso y el buen gusto por mantener los alimentos y platos tradicionales. El entorno serrano está presente en toda su oferta gastronómica, desde una exquisita morcilla o chorizo, o unas patatas a lo pobre con lomo de cerdo ibérico o una caldereta de cordero. Dará igual, porque os gustará. O sea, como sus gentes. Todo un lujo.


Si lo creéis interesante, enviarme vuestras experiencias o sugerencias, por favor, a paga34@gmail.com

Algunos teléfonos de interés:

Emergencias: 112

Seprona: 953/250 340

Policía autonómica: 953/ 006 800

Centro operativo provincial de incendios: 953/313 075

Teléfono del Cercado del Ciprés: 953/539 620

Teléfono del Centro de Visitantes: 953/549 030

sábado, 8 de agosto de 2009

RECORRIENDO EL PARQUE NATURAL “SIERRA DE ANDÚJAR”I–ANDÚJAR-MARMOLEJO-LA CENTENERA (Mirador de Las Majadillas)



Moverse en verano, ir de sitio para otro buscando no sabemos con exactitud qué nos invita a ello que no sea el tiempo libre que tanto nos aburre (asumamos que aún estamos adaptándonos a la cultura del ocio), es cosa de los humanos. Y como yo me considero uno de ellos,¡qué esperabais!, pues eso, que he decidido conocer lo que tengo más cerca y eso quiere decir que me he ido (nos hemos ido, porque he viajado acompañado) a recorrer el parque natural Sierra de Andújar. Para los que lo conocen, decirles que los caminos forestales que recorren este espacio, por fin han sido muy mejorados; para los que aún andan con la duda y con falta de tiempo, invitarles explícitamente a que vengan a conocer una de las zonas más representativas del bosque mediterráneo español, repleta de fauna y flora, con infinidad de plantas y flores endémicas, y reserva mundial del lince ibérico. Evidentemente, con esos valores como mensaje publicitario, pocos serán los que aún se queden con la duda sobre si valdrá o no la pena adentrarse en un recinto completamente verde y responsabilidad directa de los ayuntamientos de Villanueva de la Reina, Marmolejo, Andújar y Baños de la Encina, porque para eso este espacio protegido es parte de su término municipal. A nivel oficial o burocrático, como queráis, es la Consejería de Medio Ambiente quien lo gestiona, y, por cierto, desde hace relativamente poco tiempo, con inusitada y desconocida decisión por equiparlo como merece, que buena falta le hacía.Por supuesto que el trabajo que desarrolla el equipo del actual director-conservador del parque, José María Molina, es encomiable y está resultando definitivo para el futuro de esta reserva. Y, a su lado, apoyándolo y compartiendo objetivos, el presidente de este impresionante recinto natural, Alfredo Ibarra. De entre los trabajos desarrollados hasta ahora por el ente autonómico, en cuanto a lo que los visitantes pueden disfrutar casi sin limitaciones, es precisamente el arreglo que se ha efectuado de los caminos forestales que recorren el parque, que nos permiten acceder, ahora sí, al interior de este impresionante conjunto de forma segura y cómoda. Y como la visita no es posible hacerla en una jornada, le hemos dedicado prácticamente una semana, y no tanto porque las distancias que distan unos puntos de otros nos hayan obligado a ello, sino porque desde el primer kilómetro recorrido por estos parajes fuimos invitados a pormenorizar, a buscar el detalle, el paisaje. De hecho, es la fórmula que hemos elegido para las sucesivas entregas que hemos previsto de esta crónica de viaje con el parque natural sierra de Andújar como único argumento.


Así, en la zona de Marmolejo, he podido visitar el mirador de Las Majadillas. Sobre el recorrido, deciros que el acceso lo encontraréis camino de La Centenera, que está señalizado convenientemente justo a la salida de la ciudad, a la salida del puente existente sobre el Guadalquivir que nos encontramos camino del embalse del Yeguas o de Cardeña. Os anuncio que es una subida prolongada y no exenta de dificultades; eso sí, con un final extraordinario. La mitad del camino lo haréis sobre asfalto y el resto, como hemos dicho, sobre zahorra muy bien compactada. Una vez en el recinto del mirador, además del panel informativo que encontramos y que nos proporciona detalles de lo que vemos (por cierto, dañado por los habituales enemigos de sí mismos, con los que estamos obligados a convivir y a pagar sus excesos), es tal la profusión de imágenes que aparecen ante nosotros, que no queda por menos que echar mano de los prismáticos para dedicarles tiempo y detalle. Como suele ocurrir en muchos de estos lugares, esparcidos por los alrededores, no echaréis de menos latas, botellas y plásticos de todo rango, habituales enemigos de la naturaleza que quienes os precedieron dejaron como excepcional y deshonrosa tarjeta de visita. Los responsables del parque lo tienen asumido, aunque reconocen el peligro que supone la presencia de estos elementos, y sólo esperan del sentido común de los visitantes para acabar con esta sucesión de despropósitos y de un futuro más positivo marcado por la conciencia medioambiental de las nuevas generaciones. Una vez asumido el paisaje, su carga monumental, a partir de ese punto, si os encontráis con ganas y sois de los que resisten el ascenso a pie, podéis recorrer el camino que conduce hasta las ruinas de la ermita de san José. Los que lo han medido aseguran que se puede hacer en tres horas la ida y la vuelta. Yo lo hice en coche. Y si desde el mirador las vistas resultan magníficas, muchas de ellas mejoran por el camino. Tengo que deciros que ascender en coche hasta este magnífico lugar, o a cualquier otro del parque, supone asumir una serie de exigencias; por ejemplo, intentar pasar desapercibidos para los animales que, estar seguros, os estarán observando durante el recorrido, para lo que es imprescindible que circuléis lo más despacio posible para evitar el levantamiento del polvo de la carretera, que, aunque arreglado, recordemos que sigue siendo de tierra. Pero sobretodo, lo que os rogaría es que, si tenéis la costumbre de fumar, muy mala para vuestra salud y, para como se han puesto los precios, para vuestra economía, que procuréis no hacerlo mientras dure la visita. El riesgo de incendio es tal, que fumar es un lujo que no debéis permitiros.


Debí deciros antes que Marmolejo bien merece una visita. Y como supongo que el camino hacia La Centenera lo iniciaréis a primeras horas de la mañana, desayunar unas roscas de churros (redondas le llaman allí) en el quiosco que encontraréis próximo al parque, no sólo os reconfortará, sino que su energía os permitirá un sobresfuerzo. A la vuelta, si os parece, podéis quedaros a almorzar. Restaurantes no hay muchos, pero los que están a vuestro servicio no os van a defraudar. Como municipio representativo del parque, muchos de sus platos provienen de él. Por cierto, de su huerto destacar sus pimientos rojos, sencillamente porque son exquisitos. El gran hotel Balneario asume el siempre complicado y exigente turismo que busca relajarse centros especializados en el relajamiento y el confort, que para eso dispone de una zona “spa” de última generación. Entre otros proyectos viables que la Corporación municipal tiene previsto llevar a cabo en poco tiempo, un campo de golf de 18 hoyos de categoría internacional.


Marmolejo es una de esas ciudades a las que los especialistas económicos denominan como de economía emergente, y sin duda que lo es. Actualmente es la ciudad provincial que más empuje económico muestra si la comparamos con otras ancestralmente ligadas a la industria. Por el momento, empresas de todo orden buscan terrenos en los que instalarse. Su ubicación geográfica, junto a la autovía A-4, y con la vía férrea pasando por su puerta, son determinantes para quienes buscan proximidad geográfica con los grandes centros de producción y venta con precios de explotación razonables y todos los servicios a su disposición. Es de reconocer que el trabajo que desarrolla el equipo de gobierno municipal de esta ciudad está siendo determinante en todo el proceso económico que os comento.


Finalmente, rogaros que aceptéis la señalización específica que os iréis encontrando a lo largo del camino, que para eso la han colocado. También, que el camino hacia La Centenera es muy transitado por ciclistas y que esto os exige atención. Si necesitáis más información, que es lo lógico, disponéis del centro de visitantes sito en las Viñas de Peñallana, en el camino hacia el santuario de la Virgen de la Cabeza. Allí os proporcionarán la información precisa y técnica que demandéis. Más cerca, en el camino de Los Rubiales, el Cercado del Ciprés, que es la sede oficial de la dirección del parque, os pueden asesorar de la misma forma que el centro de interpretación que, por cierto, cierra los lunes (el Cercado del Ciprés no). Que lo disfrutéis. ¡Y enviarme vuestras experiencias, por favor, a
paga34@gmail.com !

Algunos teléfonos de interés:


Emergencias: 112

Seprona: 953/250 340

Policía autonómica: 953/ 006 800

Centro operativo provincial de incendios: 953/313 075

Teléfono del Cercado del Ciprés: 953/539 620

Teléfono del Centro de Visitantes: 953/549 030